El Pinsapar de Grazalema es una de las mayores reliquias botánicas de nuestro país. Se trata de un colosal bosque de pinsapos enclavado en la Sierra del Pinar, dentro del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, en la provincia de Cádiz. Este entorno presenta una gran diversidad vegetal, siendo el Abies Pinsapo o abeto español la especie más destacable. Pertenece a la familia Pinaceae y es un superviviente de los abetos antiguos de la era terciaria que se ha ido adaptando a los cambios climáticos sufridos desde la última glaciación, hace miles de años. En la actualidad se encuentra en peligro de extinción y sólo es posible encontrarlo en algunas zonas aisladas de España y en el norte de África, siendo las sierras de Cádiz y Málaga los puntos de mayor concentración de estos ejemplares. La Sierra de Grazalema es el punto de la península ibérica donde más precipitaciones se producen al año y es uno de los sitios más lluviosos del mundo. Toda una peculiaridad que, unida a unas condiciones geográficas y climatológicas muy concretas, posibilita el crecimiento de este majestuoso árbol.
Existe un único sendero oficial que nos acerca a este asombroso lugar situado dentro de la zona de Reserva Biológica del parque natural. Con el objetivo de preservar esta joya botánica se han tomado algunas medidas como la de mantener un control de la afluencia de visitantes, quedando restringido el acceso a sólo un puñado de personas al día. Esto hace que sea obligatorio llevar consigo una autorización que se puede solicitar a través de la página web del centro de visitantes de El Bosque. Es recomendable pedirlo con antelación ya que no suele haber muchas plazas disponibles y está totalmente prohibido hacer el sendero sin este permiso.
Hay que destacar que aunque la ruta tenga un recorrido lineal sólo está permitida hacerla en un sentido concreto, el que parte en el área recreativa conocida como Las Canteras y llega hasta el pequeño municipio de Benamahoma. Es importante no ir por libre ni andar fuera del camino si queremos seguir disfrutando de un lugar así en el futuro. La opción más recomendable es dejar el coche en Benamahoma y reservar un taxi para que nos lleve en menos de media hora al punto de inicio de la ruta y luego volver andando tranquilamente por el camino del pinsapar. Hay varias páginas webs donde se pueden contratar los servicios del taxi.
El sendero comienza en Las Canteras,
una zona amplia de aparcamiento y merenderos en la que suele estar el guarda
que nos pedirá la autorización pertinente, pero al que nosotros no vemos. Desde
aquí se atisba a lo lejos el pueblo de Grazalema, que da nombre al parque
natural, dentro de un paisaje de auténtica sierra.
Nos ponemos en marcha y tras una media
hora de fuerte subida llegamos al Puerto de las Cumbres, donde ya es posible
divisar el inmenso pinsapar a la izquierda y gran parte del parque natural. Al
fondo destaca la Sierra de Zafalgar y abajo los Llanos del Rabel, una gran explanada situada debajo del pinsapar que constituye en sí misma
otra gran rutilla.
Tomamos un poco de aire con la sensación de que ahora empieza lo bueno y continuamos por un camino a la izquierda con un desnivel que no supera los 300 metros. Al fondo de las imágenes se aprecia el pico de San Cristóbal que nos acompaña en esta primera parte. Es sorprendente que no encontremos a nadie haciendo la ruta.
A nuestra derecha tenemos una espectacular panorámica de la Sierra del
Pinar y sus sierras colindantes. En la siguiente foto se puede apreciar el
tajo de la Garganta Verde (en el centro de la imagen), el municipio de
Algodonales y la Sierra de Líjar al fondo.
En poco tiempo nos topamos con los primeros ejemplares de pinsapos que sobresalen
por encima del resto de árboles. Es difícil no sentirse insignificante al lado
de esta especie de pino gigante que puede llegar a medir más de treinta metros de
altura.
El camino atraviesa el pinsapar en horizontal por la mitad de la ladera y resulta llano, cómodo y solitario. Es
un acierto hacer el sendero un lunes porque nos da la oportunidad de
disfrutar en soledad de un paseo bucólico.
Frente a nosotros se alza imponente el pico Torreón en una de las más bellas postales que recuerdo. La enorme montaña, considerada el techo de la provincia de Cádiz, parece mirar con orgullo su preciosa falda hecha de pinsapos.
Entramos de lleno en el frondoso bosque y comprobamos cómo estos árboles tan singulares se agolpan a nuestro paso adueñándose de los rayos del sol.
El pinsapo es una especie arbórea muy longeva que puede llegar a vivir cientos de años, siempre que se den las condiciones idóneas para su desarrollo. Estos viejos centenarios se resguardan en las zonas altas de montaña, que están orientadas al norte y que son más bien sombrías y húmedas.
Los peligros que amenazan su supervivencia son principalmente los incendios, las plagas y el deterioro por la masificación turística. La fragilidad de este hábitat requiere mucho respeto por parte de todos.
Descendemos suavemente mientras dejamos atrás los últimos pinsapos y volvemos a ver la luz del día. Asoman tímidamente los quejigos y encinas que ahora me parecen un tanto mediocres, ya sabemos lo que pasa con las comparaciones.
Encontramos una bifurcación en el camino y tomamos la senda de la izquierda que en poco tiempo se une a una pista, la cual nos resulta algo tediosa en la última parte en la que ya se acumula el cansancio. Seguimos las indicaciones hasta llegar a Benamahoma, un pueblo curioso y digno de visitar en el que nos alojamos un par de noches para seguir conociendo los alrededores.
Concluyo satisfecha una ruta que ofrece
un espectáculo de lujo a aquellos que amamos el reino vegetal y que flipamos con
unos árboles así de grandes. Apenas existen bosques de pinsapos en el mundo por
lo que es una gozada tener tan cerca uno de semejante tamaño.
¡Hasta la próxima rutilla!
Comentarios
Publicar un comentario