Inolvidable ruta la del Torrecilla, una de las primeras montañas a las que me enfrenté victoriosa y que despertó en mí ese apetito insaciable que ahora tengo por el senderismo de naturaleza. Una de las mejores rutas de la provincia de Málaga que concentra distintos ecosistemas de gran valor paisajístico.
Es lo que yo llamo un recorrido de gran envergadura que requiere de una adecuada condición física y
el equipamiento necesario para pasar un día agradable: agua y comida, calzado apropiado,
protección solar, ropa de abrigo, etc. Las condiciones de la montaña pueden ser muy duras si no tomamos algunas precauciones.
El sendero Quejigales-Torrecilla tiene
una dificultad alta y consta de unos 16 kilómetros que se recorren en sentido
circular, salvo la última parte de subida al pico que es lineal. Se encuentra
en pleno corazón del Parque Natural Sierra de las Nieves, situado al
este de la ciudad de Ronda y a tan sólo cincuenta kilómetros de la costa del Sol. Fue
declarado espacio protegido en 1989 y Reserva de la Biosfera por la Unesco en
1995, y está en vías de convertirse en parque nacional para aumentar su nivel de
protección. En estas sierras sobreviven bosques de pinsapos gracias a un clima
y una orografía muy especiales, se trata de una especie de abeto endémico que
se halla en peligro de extinción y que se remonta a la última glaciación de la
península. La diversidad de hábitats existentes hace que este territorio se
convierta en refugio para la fauna silvestre destacando la cabra montés, el
corzo, la nutria y grandes rapaces como el águila real, la perdicera o el búho
real.
El paisaje se compone de numerosos
elementos kársticos como tajos, lapiaces, sumideros y dolinas, así como
abundantes rocas peridotitas muy raras en la corteza terrestre ya que son de
origen magmático. Una de las características más destacable de estas sierras es
el elevado número de cuevas y simas que, a lo largo de miles de años, se han
ido formando por el efecto de la erosión del agua sobre la roca caliza. Un
mundo subterráneo muy rico que hace las delicias de los amantes de la
espeleología de todas las partes del mundo.
Para acceder al sendero hay que llegar hasta el Área Recreativa Los Quejigales, una bonita zona de esparcimiento con un amplio aparcamiento, merenderos y baños públicos en buen estado.
A pocos metros encontramos el panel informativo de inicio de sendero, sólo tenemos que cruzar el arroyo Carboneras y comenzar a subir por la conocida como vereda de mil quinientos.
La acentuada pendiente requiere de cierto esfuerzo físico que se ve compensado por las tremendas vistas del valle que dejamos atrás.
En seguida nos adentramos en la Cañada del Cuerno, un bosque plagado de enormes pinsapos que nos hacen sentirnos diminutos y que constituyen uno de los principales atractivos de la Sierra de las Nieves. El parque natural cuenta con unas 3000 hectáreas de pinsapo, una especie que puede llegar a vivir cientos de años si tiene las condiciones idóneas.
Algunos ejemplares son de lo más llamativos, con troncos que se retuercen hasta adoptar formas inquietantes que despiertan nuestra imaginación.
Abandonamos el bosque y llegamos a una
zona despejada donde convergen varias direcciones. Tomamos un poco de aire y continuamos
hacia la izquierda, dejando a la derecha una pista que nos conduciría de nuevo
hacia el área recreativa.
En breve alcanzamos el Puerto de los
Pilones, desde donde ya se divisa claramente el Pico Torrecilla frente a
nosotros. Aún queda lejos nuestro objetivo del día pero tengo muy claro que lo
importante no es hacer cumbre sino disfrutar de los tesoros que alberga el
camino.
En dirección sur apreciamos el peñón de los enamorados al fondo y nos topamos con alguna que otra ave rapaz.
Aunque no apreciemos el movimiento a simple vista el relieve kárstico está en continua transformación y va dando lugar a formaciones rocosas de lo más caprichosas.
Seguimos subiendo de forma más suave
por un camino en el que nos sorprende un quejigal de alta
montaña que nos brinda un espectáculo excepcional, unos quejigos longevos y de aspecto muy
tétrico que son auténticas esculturas naturales.
Un último y breve descanso para coger fuerzas en el Pilar de Tolox, una fuente rectangular junto a una enorme mole de piedra que sirve como estación de servicio al senderista. En uno de los recodos del peñasco se aloja una pequeña imagen de la patrona de Málaga, la virgen de la Victoria.
Y ahora sí viene el gran empujón hasta la cima, que ha de hacerse sin prisa y al ritmo particular de cada persona. Es un tramo exigente donde se hacen necesarias algunas paradas para llenar los pulmones de aire, momentos que aprovecho para sacar fotos de los magníficos paisajes a mi alrededor.
Coronamos el Pico
Torrecilla exhaustos y nos regodeamos con las extraordinarias vistas de la Sierra
de las Nieves, Sierra Nevada y el Mar Mediterráneo. Compartimos ese
momento de gloria en el que sabemos que lo más difícil ya está hecho y sólo
queda disfrutar de la experiencia. He tenido la suerte de hacer esta ruta en un
par de ocasiones más, pero la primera vez siempre es la primera vez…
Con sus 1919 metros de altitud el Torrecilla se considera la montaña más elevada de Málaga, aunque su techo oficial se atribuye a La Maroma en la Sierra de Tejeda, otra rutilla muy recomendable.
Tras un merecido almuerzo comenzamos la bajada, no sin antes plasmar unas palabras que quedarán para la posteridad en el libro de firmas del punto geodésico.
El descenso también hay que tomarlo con calma y adecuar nuestros pasos a la gran pendiente, recomiendo no salirse del sendero oficial para ayudar a preservar esta montaña que se ha vuelto tan popular en los últimos años.
Una vez dejamos atrás el Pilar de Tolox nos desviamos un poco a la derecha hacia el paraje de los Hoyos del Pilar para ver la boca de la Sima GESM o Sima de la Luz, una de las mayores de Europa y la tercera más profunda del planeta con 1110 metros y 18 kilómetros de desarrollo explorado hasta el momento. Desde que fue descubierta en 1972 ha sido objeto de numerosos estudios científicos y a día de hoy son muchos los misterios que rodean este pozo sin fondo al que es mejor no asomarse. Cuenta una leyenda que cualquier objeto que sea arrojado por este agujero irá a parar al mar, quién sabe.
Proseguimos hasta llegar al Puerto del Oso, una meseta en la que nos paramos a observar con detenimiento un nevero reconstruido cuya función era almacenar la nieve caída en estas sierras, se transportaba a lomos de los burros y se distribuía por los pueblos durante los meses de verano. Así se conservaban los alimentos antes de tener las neveras en casa, todo un legado cultural que da cuenta de las tecnologías usadas en otras épocas.
A partir de aquí empieza la que es sin duda mi parte preferida de la ruta, la Cañada de las Ánimas, uno de los pinsapares más hermosos que conozco.
Casi sin darnos cuenta nos vamos introduciendo en otro encantador bosque que nos envuelve con su espesura y solemnidad. Los pinsapos nos vigilan en silencio y dan fe de nuestros pasos por un camino único.
El descenso relajado invita a detenerse frente a estos callados gigantes para observarlos y valorarlos como se merecen. Caigo en la cuenta de que esta especie tan vulnerable lleva miles de años habitando estos bosques y me pregunto cuánto tiempo más conseguirá tolerar los cambios del clima.
Al salir del sendero
enganchamos con una cómoda pista que nos lleva por fin al área recreativa donde
nos aguarda nuestro querido coche. Hemos vivido algunos momentos memorables
durante el día y yo en particular me siento encantada de haber conocido un
entorno natural tan completo y a la vez tan cercano.
Aquí os dejo el enlace de la ruta en wikiloc:
¡Hasta la próxima
rutilla!
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