El sendero Tajos de los Bermejales discurre por un tramo del río Cacín junto a las localidades de Arenas del Rey y Cacín, en la provincia de Granada. Es un lugar sorprendente conocido como el "Gran Cañón de Andalucía" ya que su paisaje cuenta con unos grandes cortados en tonos anaranjados que salvando las distancias podrían recordar al de EEUU.
Durante milenios la fuerza del agua ha ido erosionando unos terrenos de areniscas, arcillas y conglomerados blandos dando lugar a este profundo desfiladero por el que fluye el río Cacín en dirección norte, desde el pantano de Los Bermejales hasta unirse después con el río Genil. Estamos en las inmediaciones del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, sin embargo este paraje singular no cuenta con una figura de protección propia que ayude a conservar su riqueza biológica. Algo inexplicable teniendo en cuenta la singularidad de este enclave granadino.
Un lugar digno de visitar siempre y cuando no se sufra de vértigo y se esté en buena forma física, ya que la senda se abre paso por el cañón de forma paralela al cauce del río y hay que cruzarlo varias veces a través de pasarelas de madera, escaleras o puentes colgantes. En algunos tramos será incluso necesario usar cuerdas ya instaladas para sortear el desnivel, así que prepárense para un recorrido "multiaventura" que rompe con la monotonía y ayuda a descargar adrenalina a grandes y pequeños.
Aquí una
imagen del cañón visto desde arriba, donde se aprecia cómo la campiña granadina
se ve interrumpida de repente por un gran socavón en la tierra que no es
visible hasta llegar junto a él.
Para realizar la ruta lo ideal es ir en dos coches y dejar uno en cada extremo para no tener que hacerla de ida y vuelta. Sólo de ida son unos cinco km, aunque existe la posibilidad de volver andando por encima del barranco y hacer una circular de unos 10 km. En nuestro caso hacemos la primera opción, sólo que añadimos varios kilómetros porque comenzamos a andar desde el pueblo de Cacín. Aparcamos el coche junto al desvío del pueblo y comenzamos a andar por un paisaje de campiña que también tiene su encanto.
El camino es muy agradable, sobre todo cuando llegamos a una tupida alameda que nos envuelve.
Cuatro
kilómetros más tarde aparece ante nosotros el puente romano sobre el río Cacín,
que por supuesto no es de época romana ya que ha sido construido en el siglo
XX. Hemos llegado al inicio de sendero o al final si se empieza desde el
pantano de Los Bermejales.
Situados
en el puente podemos ver que el agua discurre encajonada entre las paredes verticales, aunque todavía no nos hacemos una idea de lo que nos espera
ahí dentro.
Al cañón
se accede mediante un pequeño sendero que desciende en pocos pasos hasta la
orilla del río. Una vez abajo cruzamos el primero de los puentes y comienza la aventura, notándose el cambio de temperatura gracias al
frescor del agua.
Encontramos
formaciones geológicas muy diversas compuestas por piedras calizas, arcillas,
areniscas y otros materiales que se han ido modelando con el paso del tiempo.
Empieza
la juerga de la mano de varios puentes colgantes que se mueven en exceso,
algunos en muy buen estado como éste.
Otros
puentes sufren deterioros por el mal uso y la falta de mantenimiento, como éste
que sólo conserva la barandilla de un lado y nos obliga a extremar la
precaución.
Avanzamos
junto al río Cacín bajo una gigantesca mole de piedra que da cierta impresión,
algunas de estas paredes miden más de cien metros de altura. Desde el principio
se aprecia lo espectacular y salvaje del sitio.
Una vez que se accede al cañón no hay escapatoria teniendo que pasar por todas las "pruebas" para salir de él, algunas parecen fáciles pero recomiendo no bajar la guardia y asegurar nuestros pasos.
En
algunas paredes aún es posible observar los vestigios de antiguas
civilizaciones que habitaron el lugar, en concreto hace
unos 5000 años los humanos del Neolítico se refugiaron en estos muros y usaron el río como
fuente de alimento.
Más
cuerdas y alambres que irán poniendo a prueba nuestro sentido del equilibrio y
nuestra paciencia, nos agarramos con firmeza y trepamos cada uno como puede. El
itinerario está pensado para personas que tienen más o menos soltura con este
tipo de elementos, no lo aconsejo para ir con menores demasiado pequeños ni
personas mayores o con escasa movilidad.
A partir
de aquí comprobamos que el cañón se ensancha y nos permite ampliar la
perspectiva del lugar para tomar conciencia de uno de los muchos tesoros que encierra
Granada.
A cada paso se descubren nuevas rocas con formas interesantes que nos llevan a imaginar el tremendo caudal de agua que originó los tajos en la tierra.
Dentro del cañón no hay pérdida, vamos por un sendero visible en todo
momento que irá subiendo y bajando, exigiendo cierto esfuerzo.
Lo más divertido de esta ruta es no saber qué reto viene a continuación, lo iremos averiguando conforme avancemos.
Llegamos
a una escalera metálica articulada por la que hay que descender con mucho
cuidado, uno de esos pasos "graciosos" no apto para personas con
vértigo.
Al
acercarnos de nuevo al río nos permitimos un momento de distensión después del
estrés de las cuerdas y los demás pasos complicados.
Salimos
del barranco algo cansados y nos asomamos a un mirador desde el que tenemos
buena panorámica de la presa de Los Bermejales y del cañón que acabamos de
superar.
Y
concluimos la ruta en la zona recreativa del Poblado de Los Bermejales, una
pedanía del municipio Arenas del Rey, donde hay un camping frente al pantano
que ofrece muchas actividades deportivas al aire libre, algún que otro bar y la pequeña Iglesia de la Inmaculada.
Es un placer sentarse junto a la orilla del embalse para contemplar de cerca el intenso color de sus aguas, una estampa idílica con la Sierra de Tejeda al fondo y un grupo de cisnes disfrutando del baño.
Locho disfruta también de la compañía de estos animales tan armoniosos, hoy cae rendido igual que nosotros.
Espectacular
y diferente el recorrido de hoy sólo recomendado para las personas aventureras.
Gracias Elena por tu compañía, éste ha sido un día de muchas risas que
recordaré siempre.
¡Hasta la próxima rutilla!
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