El Valle de La Sauceda es un recóndito lugar situado en las fronteras de las sierras de Cádiz y Málaga, donde confluyen los términos municipales de Cortes de la Frontera, Ubrique y Jerez de la Frontera. Está inmerso en pleno Parque Natural de los Alcornocales por lo que ya se puede intuir que en su paisaje abundan los alcornoques, pero también hay quejigos, encinas, robles, sotobosques de helechos y vegetación de ribera. Los riachuelos de agua fresca descienden encajados por el valle dando lugar a la formación de curiosos bosques de galería, ricos ecosistemas ideales para disfrutar de actividades como el senderismo.
La subida al Pico del Aljibe, de la que hablo en este post, es una de las propuestas más completa, pero antes de empezar considero necesario conocer un poco de su historia:
En este
valle se encuentra escondido el antiguo poblado de La Sauceda, un
lugar olvidado en el tiempo, señalado por la barbarie y abandonado tras ser
destruido durante la Guerra Civil Española. No se espera que un paisaje tan encantador esconda un pasado tan terrible, una historia tan dramática como
desconocida, que sin embargo acabó saliendo a la luz pese a los intentos de
ciertos sectores por ocultarla.
Su particular ubicación, entre valles cerrados y bosques frondosos, propició que la zona se convirtiera desde tiempos remotos en lugar de asentamiento para refugiados de toda índole. Ya en el siglo XVI estos barrancos perdidos sirvieron de refugio a los moriscos que fueron expulsados de Granada por los Reyes Católicos, así como a judíos y más adelante a gitanos y bandoleros de Sierra Morena, dando lugar a leyendas de todo tipo. Un lugar "mágico" del que ya hablaba Miguel de Cervantes en su novela ejemplar El Coloquio de los perros. Con el paso del tiempo se fue constituyendo la aldea de La Sauceda, término que significa "desahuciados", como ese rincón apartado de la sociedad que daba cobijo a gentes repudiadas de otras partes por diferentes motivos y que moraban según sus propias costumbres. Se estima que fue habitada por centenares e incluso miles de personas, en su mayoría campesinos, que vivían del aprovechamiento agroforestal y lo compartían todo en una especie de república independiente o autarquía. También se cuentan historias de asaltos a los pueblos cercanos y actividades de contrabando de productos llegados de Gibraltar.
A principios del siglo XX existían en la zona varios núcleos poblacionales alrededor de La Sauceda en los que se vivía de manera próspera, contando con infraestructuras como molinos, hornos de pan, alguna tienda y hasta una iglesia-escuela. Y así continuó funcionando todo hasta que llegó el franquismo y puso fin a esta forma de vida, haciendo gala de una extrema crueldad y una absoluta irracionalidad. Aunque a muchos no les suene aquí tuvo lugar uno de los episodios más trágicos de la historia reciente de nuestro país que, sin embargo, no ha sido conocido ni reconocido como debiera, me pregunto por qué...
A
comienzos de la Guerra Civil muchas de las familias republicanas que huían de
la represión de las tropas sublevadas terminaron escondidas en La Sauceda, una
aldea que abrió sus puertas para recibir a todos los refugiados de los
pueblos de alrededor. Con la llegada de nuevos miembros se acabó forjando un
frente de resistencia al régimen franquista que éste no se podía permitir y,
temiendo que se corriera la voz en otros pueblos y se hicieran más fuertes,
perpetraron un macabro plan para acabar con este bastión que básicamente
consistía en aniquilar a toda la población civil que habitaba en estos valles.
La tragedia se cebó con estas gentes inocentes en otoño de 1936, cuando la aviación del ejército franquista sobrevoló el valle y lanzó intensos bombardeos con afán de provocar la destrucción completa de un pueblo indefenso. Ese día el valle se llenó de lágrimas y La Sauceda dejó de existir para siempre. Algunos de los supervivientes se escondieron por el monte en cuevas cercanas, pero al día siguiente fueron enviadas por tierra tropas de soldados con la orden de "limpiar" la zona, encargándose en los sucesivos meses de no dejar títere con cabeza. Para ello habilitaron como centro de torturas el cercano cortijo de El Marrufo, practicando allí todo tipo de vejaciones y fusilamientos masivos de los que no se libraron ni los niños. No hubo razón ni piedad. Muchos hombres fueron asesinados a sangre fría en el acto mientras que otros fueron torturados lentamente hasta morir, siendo obligados a cavar su propia tumba antes de ser fusilados. Las mujeres que sobrevivieron a las bombas también fueron torturadas, violadas y después asesinadas, y tras expoliar todo lo que encontraron en sus casas dieron por terminada su perversa misión.
Un
ataque fascista sin precedentes que provocó una de las mayores masacres de la
que apenas nadie habló nunca. Ha pasado mucho tiempo y apenas hay datos
registrados, así que es difícil determinar cuántas personas perdieron la vida,
pero las investigaciones recientes hablan de un auténtico genocidio. De hecho,
en el mencionado cortijo ha sido hallada una de las fosas comunes más
grandes de España, que a día de hoy continúa siendo investigada.
Meses después
de este atentado, en la primavera de 1937, tuvo lugar el famoso bombardeo de
Guernica, que siguió el mismo modus operandi. Sus habitantes corrieron la misma
suerte, aunque en su caso sí que hubo a posteriori una reconstrucción de la
ciudad y un lugar en la historia, gracias en parte a la inmensa repercusión del
cuadro de Picasso. En el Valle de La Sauceda, por el contrario, se impuso el
silencio y la ocultación, al fin y al cabo un sitio tan aislado era idóneo para
hacer barbaridades y quedar impunes.
Desde
hace años se llevan a cabo grandes esfuerzos por conocer la verdad, con el
objetivo de reparar el dolor y recomponer la memoria histórica, algo que sigue
siendo necesario le pese a quien le pese. A día de hoy existe en Jimena de la
Frontera una Casa de la Memoria en honor a los sucesos acontecidos y un museo
en el mismo cortijo que un día fue el escenario de tales pesadillas. Si
alguien quiere conocer más datos recomiendo visitar su interesante página web,
de la que me he nutrido para realizar esta entrada:
https://www.casamemorialasauceda.es/
En los
años ochenta se habilitó el Área Recreativa de La Sauceda para empezar a
poner en valor este enclave, una placa conmemorativa rinde homenaje
a sus víctimas.
Aquí es
donde hay que dejar el coche para comenzar la ruta, accediendo por la cancela
verde de la izquierda.
El valle
se encuentra bastante acondicionado para la práctica del senderismo y, además
del sendero al Aljibe, ofrece distintos itinerarios para todos los públicos que
están muy bien señalizados. También se organizan actividades de acampada,
talleres y exposiciones culturales, toda la información aquí: http://www.cortesdelafrontera.es/10853/sauceda
No es
necesario andar mucho para sentir que el entorno nos acoge con ternura. Un
silencio abrumador roto sólo por el alegre cántico de los pájaros, es el
hábitat perfecto para las 165 especies de aves catalogadas.
Los
arroyos forman a su paso saltos de agua que dependiendo de la época en que se
visite pueden ser más o menos espectaculares. Lo que sí se mantiene todo el año
es el verde de la vegetación, con predominio del musgo que se apodera de
árboles y piedras generando una estampa exuberante.
A finales de los años setenta comenzaron a desarrollarse trabajos de reconstrucción del poblado con el objetivo de transformar sus casas en alojamientos rurales.
Y así
han quedado rehabilitadas estas viviendas para el uso recreativo de turistas, con zonas de barbacoas, comedor al aire libre, fuentes de
agua potable, aseos con duchas y hasta una tienda con suministro de leña, hielo
y carbón. Lo que no hay es luz eléctrica, así que quien se anime a ir puede
olvidarse de cargar móvil, cámara de fotos, secador de pelo y demás artilugios
de la vida moderna, y prepararse para hacer un viaje en el tiempo.
El
proceso de restauración ha respetado el modelo original de las cabañas, con sus
robustas paredes de piedra y sus techos de pajizo, incluso su disposición de
manera dispersa por el valle resulta fiel a la de antaño. Desde fuera tienen
pinta de ser muy confortables.
Más
arriba nos dirigimos a la Plaza de la Ermita, un lugar congelado en el tiempo
en el que la antigua ermita de La Sauceda permanece en
ruinas tal y como quedó tras ser bombardeada en 1936.
Ajenos a la tragedia ahora viven felices dos burros que nada más vernos se acercan a saludar, muy cariñosos ellos.
Nuestro
camino continúa ascendiendo entre alcornoques muy bien conservados. Los
habitantes de este territorio corchero deben sentirse orgullosos por tener el
bosque de alcornoques más extenso de España y uno de los más grandes del mundo.
El
descorche y la transformación del corcho es todo un acontecimiento social y
económico para estos pueblos, ya que además de servir para tapar las botellas
de vino el corcho tiene usos muy variados: sector textil, artesanía,
revestimiento, aislante, etc.
Algunos
ejemplares son muy antiguos y llaman la atención por sus dimensiones, como el
Alcornoque de la Vereda, incluido en el catálogo de Árboles y Arboledas singulares de Andalucía.
El
sendero de adentra en la Garganta de Pasadallana y nos lleva junto a pequeños
arroyos y cascadas ocultas que invitan a la evasión.
Pero el
gran tesoro que guarda el parque natural son los bosques de laurisilva, un
tipo de vegetación que proviene de la Era Terciaria y que hace millones de años llegó
a cubrir todas las zonas costeras de la cuenca mediterránea. Con los cambios
del clima fue desapareciendo hasta quedar reducida a los ambientes
subtropicales propios de la región de Macaronesia, es decir las Islas Canarias,
Cabo Verde, Madeira y Azores. Si ha conseguido sobrevivir en estas sierras es
gracias a un microclima especial generado por la humedad procedente de la
costa mediterránea y atlántica, que se acumula en los valles estrechos formando
los "bosques de niebla".
Su flora
se caracteriza por hojas lisas y brillantes que han aprendido a sacar partido
del exceso de humedad, como el laurel, el acebo o el rododendro. La
conservación de este ecosistema es de vital importancia para el mantenimiento
del caudal de los ríos, así como la supervivencia de la fauna
asociada.
Bosques
de cuento que generan un ambiente único en Andalucía, considerados como el
último reducto de selva mediterránea del continente europeo... ¡Y está en Cádiz!
Según
ganamos altura el tupido bosque se difumina y, entre los claros, empieza a
dejarse ver el magnífico entorno de sierras y dehesas.
El monte
queda al descubierto en la parte más alta, se nota que nos acercamos a la cima.
Con sus
1092 metros el Pico Aljibe está considerado el techo del Parque Natural de
Los Alcornocales, y desde su cumbre se puede escrutar casi toda la provincia de
Cádiz incluido el Peñón de Gibraltar. Hoy nos ha tocado un viento que arrecia
así que una foto rápida y de nuevo para abajo.
De
vuelta hacemos una circular por un sendero prioritario para senderistas, sólo
hay que seguir las indicaciones.
Rodeada de castaños y otros árboles frutales se encuentra la Laguna del Moral, formada sólo por la acumulación de agua de las precipitaciones lo que provoca que suela secarse en verano.
Un rincón sombrío y sereno que se convierte hoy en nuestro restaurante particular.
De aquí al área recreativa apenas quedan un par de kilómetros por una pista de tierra, para descargar el mapa completo de la ruta podéis pinchar aquí.
¡Hasta la próxima rutilla!
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