La Laguna de Zóñar es un oasis de biodiversidad en plena campiña cordobesa que da refugio a una gran variedad de aves acuáticas, tanto las que van de paso en sus rutas migratorias hacia Europa y África como las que habitan aquí todo el año. Forma parte del conjunto de Humedales del Sur de Córdoba, junto a otras cinco lagunas más pequeñas: Amarga, Rincón, Tíscar, Jarales y Salobral, estas tres últimas de carácter estacional. Todas ellas están protegidas desde los años ochenta bajo la figura de Reserva Natural y reconocidas como "Humedales de Importancia Internacional" por la Lista Ramsar y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Dentro de estas zonas húmedas también hay que mencionar los embalses de Cordobilla y Malpasillo, clasificados en su caso como parajes naturales, y otra serie de pequeñas lagunas que aún no poseen figuras de protección pero que igualmente integran este conjunto lacustre que se ha convertido en un hábitat de excepción para aves, mamíferos, anfibios, insectos y reptiles.
Los humedales se ubican en la depresión del Guadalquivir sobre un terreno ondulado, en el que se alternan zonas más elevadas con otras en las que la deformación de los sedimentos ha generado formas cóncavas, dando lugar a que en estas superficies se acumule agua procedente de lluvias y escorrentías. Debido a un sustrato de tierra poco permeable, compuesto de arcillas, margas y yesos, el agua no cae hacia ningún arroyo y ha permanecido ahí creando unas lagunas singulares.
Este entorno sufre una fuerte presión humana que comenzó en la época de los neandertales y continuó con los pueblos íberos y romanos, que ya sintieron atracción por la presencia de agua y una fauna muy variada. La alta densidad de población ha provocado una deliberada modificación del paisaje, acentuada en el último siglo por la explotación agrícola, la construcción de casas y la actividad cinegética. Tales circunstancias llevaron a estos ecosistemas a vivir una situación tan extrema que en los años setenta estuvieron a punto de desaparecer, hasta que se tomaron las medidas oportunas para su conservación y gracias a ello se pueden seguir disfrutando en la actualidad.
La de Zóñar es la laguna de mayor tamaño y aunque popularmente se la conoce como laguna en realidad se trata de un lago, de hecho está catalogado como el único lago natural de Andalucía. Esto se debe a unas características concretas de la composición del agua, su temperatura y una considerable profundidad que llega a los 16 metros en época de lluvias. El nombre de Zóñar parece que proviene de un antiguo asentamiento íbero llamado <<Zuñiga>>.
Para visitar la laguna hay que llegar a su centro de visitantes, a unos cuatro kilómetros de Aguilar de la Frontera, unas instalaciones que ofrecen información de la historia de los humedales y los animales que los habitan, así como una estupenda área de merenderos con vistas a la laguna.
Hay tres senderos señalizados que parten desde el centro de visitantes y que se extienden por las inmediaciones de la laguna, muy sencillos y recomendables para toda la familia. Lo único a tener en cuenta es que una zona tan sensible exige guardar la compostura e ir en silencio, así no molestamos a los animales y podemos disfrutar de su presencia.
Empezamos por el "Sendero de las Fuentes de Zóñar", un recorrido lineal de tres kilómetros en total que nos lleva por fuentes, cortijos abandonados y pozos que servían para dar de beber al ganado y regar las huertas que rodean la laguna.
Si prestamos atención podemos escuchar el canto de multitud de pájaros, un acto que según ha demostrado la ciencia está directamente relacionado con la percepción de felicidad.
En breve llega el desvío para la primera fuente.
Continúa un agradable paseo entre higueras, encinas, algarrobos y eucaliptos, todo ello en un entorno muy humanizado.
Parada en la Fuente de Escobar para refrescarnos. La primavera está en todo su esplendor y el calor aprieta más de lo previsto, lo suyo es ir en el mes de marzo o a principios de abril.
Pozo y abrevadero del Brosque.
Tomamos el sendero hacia el observatorio público de la laguna donde disfrutamos un buen rato de la experiencia de ver garzas reales, cormoranes, fochas comunes, somormujos, patos colorados, zampullines, flamencos, calamones, además de cigüeñas, aguiluchos laguneros, cernícalos, milanos y águilas. Las mejores horas del día para la observación son el amanecer y el atardecer y, por favor, ¡qué nadie olvide los prismáticos!
Aunque la laguna se encuentra inmersa en un secarral compuesto de olivares y zonas de cultivo, ha logrado mantener junto a la orilla un cinturón de vegetación propio de entornos fluviales: álamos, sauces, cañas, eneas, juncos, carrizos, etc. Tal variedad botánica ayuda a regular la temperatura y proporciona un enclave ideal para la nidificación y reproducción de las aves. Existen más de 30 especies de aves clasificadas que ayudan a mantener el funcionamiento de la laguna, aunque la más emblemática es la Malvasía Cabeciblanca o Pato Malvalsía (Oxyura leucocephala), uno de los pocos casos de éxito en la recuperación de especies en peligro de extinción de España. La caza indiscriminada, el abono de las tierras con productos tóxicos y la introducción de especies invasoras como la carpa hicieron estragos en su población, llegando a censarse tan sólo 22 ejemplares en 1977. La presión de los grupos ecologistas dio sus frutos y promovió que las administraciones tomaran acción para salvar esta especie y sus ecosistemas.
Por último realizamos el "Sendero de La Carrizosa", un camino botánico de dificultad baja con paneles informativos que explican los usos de cada planta.
Un día tan caluroso es ideal para hacer un buen picnic y, como no tenemos prisa, decidimos visitar después la laguna del Rincón y aprovechar para ver más aves.
La laguna del Rincón está dentro del término municipal de Aguilar de la Frontera pero llegar a ella no es tan fácil, nosotros nos pasamos el desvío varias veces así que recomiendo seguir la ubicación exacta y en unos quince minutos estaremos en ella.
La laguna ocupa nueve hectáreas y tiene unos cinco metros de profundidad, el hecho de estar más apartada favorece su protección y la convierte en un lugar solitario donde disfrutar de verdad del silencio.
En 1984 la asociación "Amigos de la Malvasía" compró los terrenos de la laguna y sus alrededores por valor de tres millones de pesetas, que se recaudaron por la donación de personas concienciadas con la causa de salvar este hábitat. Se hizo un reparto simbólico de las tierras entre los miembros de la asociación y después la laguna fue donada a la Junta de Andalucía, era la primera vez que un grupo ecologista adquiría un espacio natural para evitar su destrucción. Esta acción desinteresada paró la desecación de la laguna y ayudó a evitar la extinción de la malvasía, aunque nunca hay que bajar la guardia pues son ecosistemas muy frágiles que siguen estando alterados por nuestra presencia.
Recordar la importancia de estar en silencio en estos espacios y no generar residuos de ningún tipo. Gracias por visitar el blog y hasta la próxima rutilla.
Información técnica de la ruta y descarga del mapa aquí
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