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Pico Terril, el techo de Sevilla, y visita a los pueblos blancos de Cádiz.

La ascensión a otro techo andaluz nos sirve de pretexto para regalarnos una escapada al sur de la provincia de Sevilla, a un lugar próximo a la sierra de Cádiz que es ideal para descubrir sus encantadores pueblos blancos. Estamos en enero de 2020 y, por el momento, nada hace presagiar que éste vaya a ser un año diferente. Pero lo será, y los inevitables cambios nos sacudirán a todos con fuerza, aunque ésa es otra historia para otro momento.

Esta cumbre, de 1129 metros de altitud, se considera la mayor elevación de la provincia sevillana y está localizada justo en la línea divisoria de los términos municipales de Pruna y Algámitas, en el cerro conocido como "el monigote". Se encuadra en la comarca de la Sierra Sur de Sevilla, un territorio agreste y poco poblado que, durante la época de la reconquista, llegó a ser una importante zona fronteriza entre los reinos musulmanes y cristianos. En los pueblos de alrededor quedó un buen legado de castillos y torres defensivas que datan de esa época.  

El Terril es un pico asequible para aquellas personas que están muy acostumbradas a andar por la montaña, aún así hay que tener en cuenta que sus 430 metros de desnivel implican cierto esfuerzo. La ruta contiene una señalización muy pobre y en días nublados podría perjudicar la orientación, siempre es mejor usar gps y seguir algún track fiable. Para comenzar hay que dejar el coche en el aparcamiento del Mirador Puerta de la Ventana, en la carretera SE-9225 que une las poblaciones de Pruna y Algámitas. 

   

En esta zona confluyen tres sierras: la sierra del Tablón, el Peñón de Algámitas y la sierra de la Rabitilla, todas pertenecen a las estribaciones de la zona subbética de las cordilleras Béticas. Estas sierras son de naturaleza caliza con presencia de pendientes pronunciadas, tajos y fallas que otorgan un gran valor paisajístico y faunístico. El área está incluida en el catálogo de Espacios Protegidos del Plan Especial de Protección del Medio Físico (PEPMF) de la provincia de Sevilla. 

Hay que andar algunos metros por la carretera, en dirección al pueblo de Algámitas, hasta llegar al inicio del sendero que está señalizado a la derecha en medio de una densa vegetación. 

Al principio se ven unas formaciones rocosas que sirven de hogar a los buitres que dominan estos cielos.   


Avanzamos entre jaras y encinas sin perder de vista la senda.

En poco tiempo llegamos a una explanada donde vemos un viejo pluviómetro y un rebaño de ovejas pastando a sus anchas.

La vereda continúa por el cerro de enfrente y a partir de aquí comienza una potente subida que, a pesar de la niebla, nos deja buenas vistas de la campiña sevillana. 


Después de algún que otro repecho la cima del Terril empieza a ser visible a lo lejos. ¡Allá vamos!


Como se puede apreciar es una ruta en la que escasean los árboles, en la primera parte hay un pequeño bosque de encinas y una vez lo atravesamos sólo hay vegetación arbustiva, que sirve de alimento para el ganado y de refugio para las aves. 



Un último empujón y la gloria ya es nuestra, esto es trabajo en equipo. 


El hecho de alcanzar el vértice geodésico suele provocar en mí un inmediato sentimiento de satisfacción por haber terminado ya lo más duro, aunque en realidad sólo sea la mitad del trabajo. 


La intensa niebla de hoy nos impide divisar las sierras de alrededor, pero eso también forma parte del encanto de la montaña.

Tras conseguir nuestro objetivo nos disponemos a emprender una bajada que no representa ninguna dificultad técnica, más allá de la falta de orientación debido a las condiciones meteorológicas del día. 

Envuelto en la bruma se divisa el Peñón de Algámitas, cuya cumbre tiene una altitud similar a la del Terril aunque unos metros menos. Ambos cerros están separados por un collado que se llama Puerto del Zamorano. 

Decidimos hacer la opción circular a la vuelta para ir por la crestería, esto nos lleva a aumentar levemente la dificultad del recorrido y obtener unas mejores vistas de las dos vertientes de la montaña. 


Cerca de aquí se encuentra la Reserva Natural del Peñón de Zaframagón, una pared de roca que alberga la mayor colonia nidificante de buitres leonados de Andalucía Occidental y una de las mayores de Europa. En la última parte aparece un conjunto de buitres que sobrevuela nuestras cabezas en un vaivén hipnótico. 

Llegamos a un claro desde el que ya se observa el aparcamiento y por lo tanto el final de la ruta, al final han salido casi siete kilómetros de trayecto. El track de la ruta se puede descargar pichando aquí.

Subir y bajar montañas siempre es un buen plan, pero además es la excusa perfecta para ir a otros sitios, visitar pueblos recónditos y disfrutar del ambiente rural y su gastronomía. En esta ocasión hemos elegido Algodonales como campo base para explorar la zona, desde este municipio gaditano apenas hay media hora de coche hasta el inicio de sendero del pico Terril y es fácil moverse a otros pueblos de interés por lo que es buena opción para pasar unos días.

Algodonales forma parte de la ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz y se encuentra en la falda de la sierra de Líjar, aunque en mi opinión no tiene mucho que ver más allá de la iglesia de Santa Ana de estilo barroco. Sin embargo, hemos encontrado aquí un alojamiento rural (La Carrihuela) en el que nos hemos sentido muy a gusto, cuenta con todas las comodidades y una buena chimenea que, en pleno mes de enero, hace las delicias de toda la familia.  


Al día siguiente, tras reponer fuerzas, nos vamos a visitar los pueblos de alrededor empezando por el más cercano, Olvera, cuya espléndida silueta lo hace reconocible desde kilómetros a la redonda. Asentado sobre una colina de 623 metros de altitud, este pueblo de origen árabe goza de unas vistas excelentes sobre la campiña y las sierras circundantes.

Su rico patrimonio arquitectónico le valió la declaración de conjunto histórico-artístico en 1983 y más recientemente, en 2021, se impuso como capital de Turismo Rural por delante de otras 247 candidaturas. Destaca por encima de todo la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación. Se trata de una construcción neoclásica del siglo XIX, erigida sobre un antiguo templo de estilo gótico-mudéjar, con una fachada principal compuesta por dos grandes campanarios idénticos.  

La iglesia está situada en lo alto del pueblo y algo más arriba se encuentra el otro monumento destacable, el castillo árabe, que formó parte del sistema defensivo del reino nazarí de Granada frente al reino cristiano de Castilla. Fue construido sobre una gran roca a finales del siglo XII y tras la conquista cristiana sufrió varias remodelaciones, en la actualidad está declarado como Bien de Interés Cultural y merece la pena subir a contemplar las vistas. En la siguiente imagen se aprecia sobre un montículo el castillo de Pruna y más al fondo la sierra del Tablón.   

La Iglesia de Olvera vista desde la muralla del castillo árabe. 

La siguiente parada del día es Zahara de la Sierra, otro de los pueblos con encanto de la sierra de Cádiz, nombrado también conjunto histórico-artístico. Está a unos 30 kilómetros de Olvera y a tan sólo 10 de Algodonales, su ubicación en pleno Parque Natural de la Sierra de Grazalema es excelente para realizar todo tipo de actividades de montaña. Este municipio muestra la típica estampa de pequeñas casas apiladas y coronadas por los restos de un viejo castillo nazarí sobre una mole de piedra. 

Zahara de la Sierra está incluido en la lista de los pueblos más bonitos de España y goza de un gran ambiente turístico. Sus casas son de un blanco radiante y muchas han sido edificadas de forma escalonada para adaptarse al especial relieve del terreno.


Entre los tejados sobresale la iglesia de Santa María de la Mesa, una muestra de la arquitectura barroca del siglo XIII.

Nos dedicamos a pasear por las empinadas callejuelas hasta la hora de comer y aprovechamos para tapear en uno de los muchos bares que hay repartidos por sus concurridas plazas.

Después del café nos animamos a subir al castillo, del que apenas queda la muralla y un par de torres en evidente estado de abandono. Es un camino agradable desde el que se tienen las mejores vistas del embalse de Zahara-El Gastor, en él se reflejan sus dos montañas distintivas: los Tajos Lagarín y Las Grajas.  



Resalta al fondo Algodonales custodiado por la sierra de Líjar. 

Como aún queda tiempo hasta el anochecer vamos a seguir con esta ruta de los pueblos blancos gaditanos, adentrándonos ahora por la carretera de montaña que une Zahara de la Sierra con Grazalema a través del Puerto de las Palomas (CA-9104). Un recorrido de casi 14 kilómetros no exentos de peligro que ofrece unas apabullantes vistas de la sierra. Al poco de abandonar Zahara destaca el gran desfiladero de la Garganta Verde, uno de los mayores atractivos del parque natural. 

Las curvas cerradas y la gran pendiente obligan a conducir con moderación y de paso disfrutar del abrupto paisaje. 

Alcanzamos el Puerto de las Palomas, el más elevado de Cádiz, y desde su mirador se puede contemplar la otra vertiente del parque.



Llegamos a Grazalema después de alucinar con esta carretera que hay que recorrer sin prisas. Es un pueblo muy pintoresco con buenas opciones de restaurantes y alojamientos. Tras ver la plaza mayor y merendar en una acogedora cafetería nos quedamos sin tiempo y emprendemos el regreso por una carretera más rápida y segura hasta Algodonales. 

Termina otro día de aventura y alguien muy especial nos espera al calor del hogar. 

Es nuestro inseparable Clarito y esta entrada está dedicada a ti, esperamos seguir disfrutando de tus ocurrencias y tu cariño por mucho tiempo. ¡Hasta la próxima rutilla!









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