Conocer
los Dolomitas era un sueño viajero que se ha visto cumplido
por fin en 2024. Esta cadena montañosa declarada Patrimonio de la Humanidad no
podía quedarse fuera de un recorrido más amplio que, además de algunas regiones
del norte de Italia, incluía unos días por Eslovenia. Reconozco que el diseño de
estas vacaciones no ha sido fácil, había que decidir los lugares concretos y la
distribución de los días, lo que me ha llevado a cambiar el orden del
itinerario numerosas veces hasta dar con la combinación ganadora. Pero, si algo
estaba claro después de quebrarme tanto la cabeza, es que el "turismo
lagunil" iba a ser una prioridad en este viaje. Y vaya si lo ha sido,
hemos podido disfrutar de los dos lagos más emblemáticos de Eslovenia, el lago
Bled y el lago Bohinj, y de uno de los enclaves más populares de los Alpes
Italianos: el Lago di Braies.
Es el
lago natural más grande de Dolomitas y se encuentra en el corazón del Parque Natural Fanes-Sennes-Braies, en la provincia
autónoma de Bolzano, al norte de Italia. Por su gran extensión está considerado
como el espacio natural protegido más grande del Tirol del Sur, una región que
anteriormente perteneció a Austria, de ahí que se siga hablando también en alemán.
Es una zona de especial interés para la práctica de los deportes de montaña,
con infinidad de rutas para elegir, aunque sin duda el principal atractivo es
el lago en sí mismo. Y la razón es obvia: un lago de alta montaña de aguas
turquesas, rodeado de un tupido bosque de coníferas y custodiado por grandes
macizos rocosos. Es una estampa tan irresistible que, tras verla de casualidad
por internet, me dije que algún día tendría que ir allí. ¡Y ese día ha llegado!
La
previsión meteorológica para esta última semana de septiembre es poco
halagüeña. Se esperan lluvias y tiempo inestable prácticamente todos los días
y, de hecho, la tarde previa la hemos pasado encerrados en nuestra cabaña
viendo cómo llueve (muy a gusto por cierto). Ya me había hecho a la idea de
renunciar a ver el famoso lago cuando, por arte de magia, la mañana ha
comenzado a despejarse. Hay que aprovechar esta tregua, así que sin pensarlo
demasiado nos calzamos las botas, preparamos un almuerzo y ponemos rumbo al
lago di Braies. Más de una hora de coche después llegamos a la zona de
aparcamiento del lago. Hay que tener en cuenta que ésta se divide por
categorías, de tal modo que el parking más cercano al lago es el más caro y,
según nos retiramos, la clavada por estacionar el vehículo es algo menor. En
los meses de verano y hasta mediados de septiembre ni siquiera puedes acceder
con tu coche particular, sino que has de reservar plaza en un autobús
lanzadera, todo un negocio el que hay montado en torno a este monumento
natural. En algunas épocas del año la entrada al lago está restringida
debido a la nieve, por lo que conviene consultar el estado del mismo antes de
desplazarse hasta aquí. En esta página web se puede encontrar la información
actualizada: https://www.prags.bz/en.
Nosotros
hemos tenido suerte de encontrar sitio en el segundo parking por el módico
precio de 8€ el día completo, así que ni tan mal, sobre todo teniendo en cuenta
lo caro que es todo en esta parte de Italia. Lo bueno es que apenas nos
separan doscientos metros de la orilla del lago, así que no hemos tenido que
andar casi nada para empezar a disfrutar de esta joya natural.
Cuando
ideé el viaje éste fue el primer lugar que anoté en mi lista de "Imprescindibles que ver en Dolomitas", y de
repente aquí estoy, plantada delante de este inmenso paisaje.
Son
momentos de alegría pero también de agobio, por qué no reconocerlo. Y es que al
tratarse de un sitio tan popular es inevitable que haya cierta masificación a
determinadas horas del día, sobre todo en verano. Pero quiero aclarar que esto
ocurre sólo al principio, justo en la entrada del lago, donde nos recibe un
coqueto embarcadero de madera que, junto a las pequeñas embarcaciones de
recreo, conforma una imagen encantadora. Y como es lógico nadie quiere quedarse
sin la consabida foto delante del embarcadero. No les culpo.
Empezamos
la excursión siguiendo el camino estándar que hace todo el mundo, el cual
bordea el lago en el sentido de la agujas del reloj. Lo bueno es que, según nos
alejamos del punto de inicio de la ruta, los visitantes se dispersan y se abre
espacio para transitar libremente por todo el lago. Atrás queda la aglomeración
y empieza el deleite de las diferentes perspectivas que nos va ofreciendo el
entorno.
Al echar
una mirada atrás tenemos un buen encuadre del histórico hotel Pragser
Wildsee, construido en el mismo borde del lago a mediados del siglo XIX.
Una familia se ha hecho cargo de su funcionamiento a lo largo de varias
generaciones y, a día de hoy, sus herederos continúan con la gestión del
embarcadero, el restaurante y los concurridos aparcamientos, por lo que se
puede decir que son los dueños absolutos del lugar. En sus cuidadas
estancias se han hospedado miembros de la realeza y de la alta sociedad,
incluyendo políticos y artistas famosos, por ello presume de ser todo un
referente para el turismo rural de la Belle Époque. Además
el hotel ha sido testigo de varios episodios significativos de la historia, lo
que le llevó a ser declarado Monumento Histórico en 1991. Uno de los más
recordados fue el que aconteció a finales de la II Guerra Mundial, cuando
fueron alojados 140 presos de alto rango, secuestrados por el ejército alemán y
liberados más tarde por el bando aliado. Prisioneros que daban en este paraíso
sus primeros pasos hacia la libertad.
Continuamos
por una pista que no tiene pérdida ni dificultad, tan sólo algunas cuestas y
peldaños para salvar el desnivel en la primera parte del recorrido. En todo
momento las vistas al lago son excepcionales, así que lo mejor es andar sin
prisa para ir haciendo paradas en los puntos estratégicos, a cual más
fotogénico. 😉📷
Como
hemos llegado a media mañana enseguida se acerca la hora de almorzar y, en
medio de la horda de turistas que no dejan de pasar, nos vemos en
apuros para encontrar un lugar apartado en el que poder disfrutar del picnic.
De repente, surge entre los árboles una pequeña cala escondida en la que nadie
ha reparado y ¡he aquí nuestro momentazo del día! 💗
Llegamos
a la orilla sur del lago, un tramo que discurre muy cerca de las paredes
rocosas que conforman el macizo de la Croda del Becco, cuyo punto más alto supera los 2800 metros de
altitud. El lago también cuenta con una altitud considerable, 1500 metros sobre
el nivel del mar, lo que propicia que durante los meses más fríos del año la
capa de agua se convierta en hielo y sea muy peligroso andar por
aquí. Cada época tiene su encanto, desde luego, pero en verano el lago nos
ofrece una variedad de tonalidades que, sobre todo en los días despejados,
permite apreciar en sus aguas el reflejo de estas altas cumbres.
Por esta
parte se suceden algunas playas de tierra blanca que contrastan con el color
verdoso del agua. También hay una zona de esparcimiento con merenderos y
barbacoas que, gracias al tiempo inestable, hoy está de lo más tranquila.
Dado que
la ruta nos resulta demasiado fácil hemos querido añadir un tramo lineal que
nos aleja momentáneamente del lago y nos introduce de lleno en el bosque. No es
mucho pero sí suficiente para evadirnos durante un rato del camino más trillado
y observar con detenimiento las montañas que nos rodean. Lo que vemos nos pone
los dientes largos, pues hay indicaciones para varias rutas de senderismo que
suben montaña arriba, hasta llegar a refugios desde los que imaginamos habrá
unas estupendas vistas de los Dolomitas... Sintiéndolo mucho, otra vez será.
De
vuelta en el lago iniciamos el último tramo del paseo, esta vez por una pista
ancha y cómoda. He leído algunas leyendas curiosas acerca del origen del lago.
Una de ellas cuenta que fue creado por unos salvajes que vivían en las cumbres
de la montaña, allí guardaban tesoros de oro que quisieron compartir con
algunos pastores de la zona. Al darse cuenta del valor de estos objetos, los
pastores trataron de robar todo el oro a los salvajes y estos se defendieron
provocando una gran avalancha de rocas y creando manantiales para cortar el
paso hacia las montañas. Lo cierto es que, geológicamente hablando, la
formación del lago tuvo lugar debido a un gran corrimiento de tierras que hubo
desde las montañas cercanas sobre el curso del río Braies, lo que dio lugar a
una presa natural que no es de origen glaciar ni morrénico. Al final parece que la
leyenda no va tan descaminada jeje.
Llegamos
a la meta tras un recorrido de siete kilómetros en total. A unos pasos del
hotel se ubica una bonita capilla de piedra, levantada en 1904 en medio de un
jardín frente al lago. Otra estampa bucólica.
Después
de recorrer el perímetro del lago entiendo su popularidad, una fama que aumentó en 2011 gracias a la exitosa serie de la televisión italiana "A un paso del cielo", la cual se rodó en estos parajes y fue protagonizada por
Terence Hill. Cuesta un poco despedirse de un lugar así, pero empieza a caer la tarde y aún queda carretera por delante. Un placer
lago di Braies.
¡Hasta la próxima rutilla!
Más información técnica de la ruta y descarga del mapa aquí.
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