La dehesa de Mata Bejid es un
espacio de alto valor ecológico ubicado en el extremo sur del Parque
Natural de Sierra Mágina, en la provincia de Jaén. En su día fue un
territorio de grandes masas de bosque que, con el paso de los siglos, se ha ido
modificando para obtener un mayor aprovechamiento forestal y ganadero. A
este proceso de adehesamiento hay que sumar la introducción del cultivo del
olivo, tan apreciado en esta tierra, el cual ha venido a transformar por
completo tanto el ecosistema natural como la economía, la cultura y la sociedad
en sí misma. Mientras continúe existiendo un equilibrio entre las fuerzas
de la naturaleza y la intervención humana tendremos la oportunidad de
seguir disfrutando de los inhóspitos paisajes que ofrecen estas sierras, así
como de su flora y fauna asociadas.
Afortunadamente, aún se mantiene buena
parte de aquellos bosques primigenios en los que predominan las encinas,
los pinos carrascos y los quejigos. Puro bosque mediterráneo el que saboreamos
hoy, con el valor añadido de la entrada a una cueva con extrañas pinturas, la
exploración de un castillo en ruinas o el descubrimiento de una curiosa
aldea escondida en la sierra. Una ruta muy completa que viene a engrandecer el
conocido lema de Jaén, paraíso interior.
Comenzamos la jornada en el
centro de visitantes de Mata Bejid, que se encuentra a medio camino entre los
pueblos de Cambil y Huelma. Desde aquí parte uno de los senderos oficiales que
sube al pico Mágina, el techo de Jaén, una odisea que ya he realizado un par de
veces y que tengo pendiente compartir en este blog. Hoy tomamos un camino mucho
más sencillo que nos lleva a conocer uno de los montes mejor conservados de
este parque natural. Una propuesta de casi 15 kilómetros, sin dificultad
técnica pero con bastantes puntos de interés.
Una vez visitado el centro nos
ponemos en marcha desde la parte trasera del edificio. En primer lugar
realizamos el sendero circular de El Peralejo, el cual nos adentra en
pocos pasos en un bosque silencioso.
La primera parada es en un
estanque que acoge al Sapo Partero Bético, una especie endémica amenazada que
sólo habita en los bosques templados de Andalucía Oriental y Murcia, en
altitudes que oscilan entre los 700 y los 2000 metros.
El paseo es amenizado con
reconstrucciones de las típicas chozas de pastores.
Seguidamente cambiamos el rumbo
para dirigirnos hacia el puerto de la Mata, a través del sendero de la Majada
del Rincón.
Es por aquí donde se halla la Cueva de la Solana, que al no estar señalizada pasa
desapercibida por la abundante vegetación que la rodea. Lo curioso es que
dentro hay diferentes figuras que recrean las pinturas rupestres propias de
cuevas y abrigos rocosos. Se desconoce su autoría pero estos dibujos sobre la
piedra están tan bien conseguidos que, por un momento, tenemos la impresión de
estar delante de auténticas manifestaciones artísticas de la prehistoria,
aunque en realidad hay que decir que son bastantes recientes y que por tanto no
tienen ningún valor arqueológico.
Continuamos por el llamado
tranco de la Majá del Carnero, un punto en el que se ha construido una escalera
de piedras que permite el paso a través del abrupto desnivel de la montaña.
A esta altura tenemos un primer
contacto visual con la pequeña aldea de Mata Bejid, a la cual llegaremos más
tarde. Desde lejos se puede apreciar que, pese a la proximidad con la
carretera, se encuentra prácticamente oculta en medio de un discreto paraje
arbolado.
Seguimos la pista que nos
conduce al Castillo de Mata Bejid. O más bien a sus restos, porque
hay que señalar que se encuentra en un estado cochambroso, con los techos
hundidos, un par de torres casi desaparecidas y un recinto amurallado a punto
de venirse abajo. Se intuye un aljibe y las ruinas de un cortijo construido
dentro de lo que fue el patio de armas. Vestigios de una antigua fortaleza
musulmana que, durante la Edad Media, estuvo dedicada a controlar los terrenos
fronterizos que comunicaban con el pueblo de Torres.
Junto al castillo hay una era
circular de grandes dimensiones y en perfecto estado que añade valor al
conjunto. Y al fondo se alzan imponentes las más altas cumbres de Sierra
Mágina, destacando el pico Peña de Jaén y el pico Almadén,
que hoy lucen nevados. Dos cumbres ya conquistadas de las que espero hablar
con más detalle en otra entrega. De momento nos quedamos en esta estupenda localización, gozando de la dehesa y de las vistas que llegan hasta
Sierra Nevada. El castillo no es visitable pero el peligro de derrumbe no
nos detiene a la hora de regodearnos entre sus restos.
Ponemos rumbo a Mata Bejid
entre encinas y quejigos, comprobando que en este punto la dehesa se funde con
el mar de olivos dominante en la provincia jienense.
Casi al mediodía llegamos a la
pedanía de Mata Bejid, perteneciente al municipio de Cambil y
localizada en el km 13 de la carretera A-324. Desconozco cómo acceder en
coche ya que en nuestro caso lo hacemos a pie por un camino con una cadena que
prohíbe el paso a vehículos. Y así nos adentramos en un lugar difícil de
clasificar, pues en vez de una aldea parece más una finca o cortijada,
compuesta por varias casonas antiguas sin una organización aparente. Se aprecia
que todos los edificios contienen elementos arquitectónicos de estilo
romántico, algo inusual en otras poblaciones serranas de Jaén. El conjunto
incluye una pequeña central eléctrica de abastecimiento, una modesta ermita y
una serie de jardines con fuentes, molinos y estanques. Un escenario prácticamente
deshabitado y en estado de abandono que, sin embargo, resulta de lo más
atractivo.
La aldea o casería permanece
resguardada bajo una espesa chopera que ha sido catalogada por la Junta de
Andalucía como arboleda singular. Al pasear con calma descubrimos uno de sus
rincones más bellos, el nacimiento del río Oviedo, un manantial que brota
sobre un estanque escalonado cuyo fluir del agua ofrece un sonido armónico. A
su alrededor se aprecian unos álamos centenarios que, junto a otras plantas y
enredaderas, conforman un solitario y exclusivo jardín. ¡Qué mejor lugar para
el almuerzo de hoy!
El origen de Mata Bejid se
remonta al siglo XV, cuando no era más que una finca destinada a la producción
de carbón procedente de los bosques aledaños. El enclave fue cedido por los
Reyes Católicos a la ciudad de Jaén en agradecimiento por ayudarles en la
conquista de Cambil. Por allí se instalaron en el siglo XVI unos monjes de la
orden de San Basilio, dando lugar a la construcción del convento de Santa María
de Oviedo, cuyas ruinas se hallan por las inmediaciones. Hasta la
desamortización de Mendizábal la finca perteneció a la iglesia y,
posteriormente, fue adquirida por empresarios catalanes en el siglo XIX. En esa
época tuvo lugar la construcción de la casería y sus jardines románticos,
conjunto que posee un gran valor paisajístico. A partir del siglo XX la
propiedad se fue fragmentando y en la actualidad pertenece a diferentes dueños,
lo cual ha propiciado su inexorable deterioro.
Uno de
los elementos más destacados es la pequeña iglesia de estilo neogótico,
levantada sobre una plataforma con escalones en uno de los jardines. La maleza
se ha ido adueñando de un rincón que seguramente sería una delicia en su época.
Dejamos
atrás este insólito lugar para continuar por una pista que asciende hasta la Piedra del Águila, un promontorio rocoso que destaca entre las
lomas de olivos.
Después
de una buena cuesta obtenemos nuestro premio en forma de postales de la
serranía colindante, incluyendo en el horizonte la estupenda Sierra Sur de Jaén.
Tras
coronar la peña bajamos de nuevo y tomamos el sendero de la Umbría de los
Corzos, un bosque encantador que nos conduce al punto de inicio en el centro de
visitantes.
Siempre que visito estas sierras llego a la misma conclusión:
aún queda mucho por rascar en esta infravalorada tierra.
¡Hasta
la próxima rutilla!
Información técnica de la ruta y descarga del mapa aquí.
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