La
capital de Eslovenia, Liubliana o Ljubljana (en esloveno), es una modesta ciudad de apenas
300.000 habitantes que goza de un atractivo muy particular. Su patrimonio
histórico y una cuidada estética hacen de ella una digna competidora de otras
capitales europeas más grandes, pero con la ventaja de ser menos conocida y,
por tanto, más tranquila.
Por lo
general, los viajeros que elegimos Eslovenia como destino lo hacemos motivados
por sus magníficos enclaves naturales, entre los que destacan el Parque
Nacional de Triglav, el Valle de Soca y, por supuesto, el
famoso Lago Bled. De esos lugares ya iré hablando a lo largo de
futuras entradas en este blog, pero creo que sería un error pasar por alto una
visita a su capital. Tan coqueta como acogedora, Liubliana es el
punto de partida ideal para recorrer este pequeño gran país. Y por su reducido
tamaño resulta muy cómoda para recorrerla a nuestro aire en un día o dos, así
que si aún no la conoces desde aquí te animo a poner remedio cuanto antes. 😉
Situada
en el centro geográfico de Eslovenia, a los pies de los Alpes Julianos, esta
pequeña urbe destaca sobre todo por su belleza arquitectónica y por un casco
antiguo monumental. Pero más allá de edificios concretos, lo que hace especial
a Liubliana es su agradable ambiente callejero presente a cada paso.
La
ciudad tuvo su origen en un campamento militar romano del siglo I a.C. Aunque
los restos arqueológicos evidencian que la zona ya había sido colonizada tiempo
atrás por tribus primitivas que encontraron sustento junto a los bosques y las
marismas del río. Era el caso de los pueblos vénetos, ilirios o celtas. De
forma más reciente, Eslovenia ha formado parte del Imperio Austrohúngaro,
hasta su disolución a principios del siglo XX. El aspecto actual de Liubliana
conserva mucha influencia de aquella etapa. Durante la II Guerra
Mundial, la ciudad fue ocupada por la Alemania nazi y la Italia fascista,
llegando a estar rodeada por más de 30 kilómetros de alambradas de púas. Al
término de la contienda, el país pasó a formar parte de la antigua Yugoslavia,
junto a otras cinco repúblicas: Croacia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia,
Montenegro y Serbia. La independencia total de Eslovenia llegó en 1991, tras un
breve conflicto bélico a partir del cual se declaraba a Liubliana como capital
del país.
La
historia de esta ciudad también está ligada a la actividad sísmica de la zona
geográfica en la que está ubicada. Y es que Eslovenia se encuentra al sur de la
placa euroasiática, justo en la unión de tres importantes zonas tectónicas.
Debido a ello Liubliana ha sido víctima de varios terremotos de gran
magnitud, como los acontecidos en 1511 y en 1895. Las sucesivas destrucciones
de la ciudad dieron lugar a procesos de reconstrucción con diferentes estilos
arquitectónicos según la época. De ahí ha ido surgiendo una variedad de estilos
que le han regalado a la ciudad una personalidad única.
La
ciudad está surcada por el canal del río Ljubljanica, que es
afluente del río Sava y éste a su vez del Danubio. Gran parte de la actividad
social y comercial de sus habitantes gira en torno a sus aguas. Alrededor del
río se hallan distribuidos los principales monumentos de Liubliana, así como
tiendas, cafeterías y restaurantes. Dar un tranquilo paseo alrededor de su
rivera es el plan perfecto para conocer la capital.
Uno de
los mayores atractivos de Liubliana son, precisamente, los numerosos puentes
que cruzan el río. Los hay para todos los gustos, pero sin duda el más famoso es
el Puente de los Dragones. Inaugurado en 1901, fue construido sobre los
restos de otro puente que quedó destruido en el terremoto de 1895. Tanto la
estética como los materiales de construcción hacen de este puente una obra muy
innovadora para su época, y hoy en día está considerado como un ejemplo de
arquitectura Art
Nouveau entre los puentes del mundo. Lo más llamativo son las estatuas
de dragones que lo decoran, cuatro más grandes custodiando las esquinas del
puente y dieciséis más pequeñas en las farolas de en medio. Según cuenta la
leyenda, el héroe mitológico Jason mató a un dragón y rescató a la joven que
tenía secuestrada. Hoy en día se sigue contando que cada vez que una muchacha
virgen cruza el puente los dragones mueven la cola, jeje. En cualquier caso, las
figuras de estas bestias se han convertido en todo un símbolo para los
eslovenos y, ya de paso, en un reclamo para los turistas.
El Puente Triple, situado en el corazón de la capital, es otro de los más
transitados y fotografiados. Se trata de un conjunto arquitectónico único
formado por tres puentes peatonales que conectan la ciudad antigua con la parte
más moderna. Esta elegante obra fue diseñada por Joze Plecnik, uno de los
arquitectos más reconocidos de Eslovenia. Su intención era reflejar cómo la
creación humana podía integrarse con el entorno circundante, por ello al cruzar
el puente se puede percibir la unión armoniosa entre la vida urbana y el
paisaje de rivera. El puente desemboca en la Plaza Preseren, llamada así en honor al poeta romántico France
Preseren, cuya escultura preside la plaza. Aquí está otro de los monumentos más
representativos, la Iglesia de la Anunciación, reconocible por su peculiar color rosado. Esta
céntrica plaza, junto al puente y la iglesia componen una de las imágenes más
icónicas de Liubliana.
La vida
cultural de esta ciudad es sorprendente en cualquier momento, pero si viajas en
época estival, podrás disfrutar de un ambiente aún más animado gracias al Festival Internacional de Verano. Un evento de muchos espectáculos
callejeros de música, danza, cine y actividades infantiles, en el cual los
músicos y artistas ocupan las calles de Liubliana. Todo ello rodeado de
mercadillos, puestos de artesanía y comida, mucha comida deliciosa. Nada más
llegar no tardamos en encontrar una feria gastronómica en la plaza del Mercado
Central. Cata de vino y productos delicatesen amenizada por actuaciones en
directo de grupos locales. La encargada de darnos la bienvenida ha sido la
canción Lemon tree de la banda de rock Fool´s
Garden, seguida de otras versiones de música de los noventa y
canciones populares eslovenas. Y claro, si te encuentras con un recibimiento
así pues no te queda más remedio que disfrutarlo. 😎
Después
de golosear todos y cada uno de los puestos de esta feria continuamos con la
exploración del casco antiguo. Para ello nos dirigimos hacia la plaza del
Ayuntamiento, en la que además de su antigua fachada destaca la fuente de los
tres ríos sobre la que se levanta un gran obelisco. Alrededor de esta
plaza convergen algunas de las calles más coquetas de lo que era la antigua
ciudad medieval.
Muy
cerca tenemos la Catedral de San Nicolás, que fue reconstruida en el siglo XVIII con un
marcado estilo gótico. A pesar de estar encajada entre otros edificios que le
restan algo de protagonismo, sus torres gemelas y la cúpula verde son muy
visibles desde lejos.
Podría
pasar horas caminando por estas hermosas calles, pero el tiempo es limitado y
no quisiera irme sin subir al Castillo de Ljubljana, una visita
imprescindible. Para acceder al mismo puedes optar por hacerlo en
funicular panorámico (previo pago de 4€ por persona ida y vuelta), o bien caminar
a través de algunos senderos en medio de la naturaleza. Yo lo tengo claro...😝
Desde el centro histórico lo más sencillo es dirigirse al Mercado Central, situado en la plaza Vodnik, y desde aquí tomar el sendero Studentovska pot, el cual está bien señalizado al final de una estrecha calle. Ahí donde acaban las casas se abre un camino con algunos tramos de escaleras que se interna en una frondosa arboleda. A pesar de la pendiente se trata de un trayecto corto que apenas supone esfuerzo físico.
La fortaleza se levanta sobre la colina más alta de la ciudad, en medio del valle del río Ljubljanica. Aunque el edificio data de la Edad Media, lo cierto es que está construido sobre los restos de asentamientos humanos muy antiguos. Su posición defensiva, la proximidad con el río y los inmensos bosques para cazar, hacían de éste un enclave ideal para establecerse. En los últimos siglos el castillo ha sufrido muchas remodelaciones, llegando a tener diferentes usos como mansión privada, cuartel, hospital e incluso albergue para personas sin hogar. En la actualidad es el monumento más visitado de la ciudad y uno de los mejores lugares para perderse a gusto.
Desde el exterior se pueden contemplar las mejores panorámicas de Liubliana, tanto sus calles y parques como las montañas del Triglav en la lejanía. Sólo por eso ya merece la pena subir hasta aquí.
Pero la visita no acaba en el castillo. Más allá de sus murallas se extienden pequeños caminos que discurren por la colina y te hacen llegar a distintos puntos de la ciudad. Si de algo presume Liubliana es de albergar muchas zonas verdes en forma de bosques, parques urbanos y jardines. Un valor añadido por el que obtuvo en 2016 el título de Capital Verde Europea. Si no tienes prisa y buscas perderte un poco más te recomiendo seguir cualquiera de estos senderos para darte un reparador baño de bosque.
Lo suyo es que vayas al atardecer, elijas cualquier rincón desde el que se aprecien bien los tejados de las casas y te sientes a contemplar la puesta de sol. No te arrepentirás. 💖
Con este mágico atardecer casi se me hace de noche aquí arriba. Pero teniendo en cuenta que estoy realizando este paseo en solitario, mejor será acelerar el paso un poco para volver a la ciudad antes del anochecer. Y lo consigo, después de escoger al azar uno de los caminos que descienden por la colina, llego a tiempo de hacer algunas fotografías más antes de quedarme sin luz.
Apuro el tiempo hasta el final, consciente de que quizás nunca más vuelva a estar entre estas empedradas calles.
Me permito otro vuelta por el casco histórico para comprobar qué tal se ve la iluminación nocturna de los puentes. Casi que me gusta más así.
Al caer
la noche surge en la ciudad un nuevo ritmo, más juvenil y fiestero, y las
terrazas de los bares que hay junto al río se ponen a rebosar de gente.
Nosotros cenamos de lujo en una de ellas, poniendo el broche final a nuestro
fugaz paso por la capital eslovena.
Con este último paseo por la rivera nos alejamos de un ambiente
que invita a trasnochar. A la mañana siguiente nos toca traslado hasta el
Parque Nacional de Triglav, para hacer una ruta de senderismo por el lago Bled.
Otra vez será 😏.
Buenas noches y hasta la
próxima rutilla.
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