Penha Garcia es una pequeña aldea portuguesa perteneciente al concejo de Idanha-a-Nova, en el distrito de Castelo Branco, una región situada al noreste del país. Se encuentra muy cerca de la frontera con España, apenas a 15 kilómetros de la provincia de Cáceres, y aunque a primera vista no llama especialmente la atención puedo asegurar que tanto la localidad como sus alrededores bien merecen una visita. La importancia de este pueblo, ubicado en lo alto de una colina sobre el valle del río Ponsul, radica en su patrimonio geológico y paleontológico en el que destacan unas llamativas formaciones rocosas y los restos de fósiles muy bien conservados, de hace unos 480 millones de años.
Para proteger y dar a conocer estas reliquias se ha creado el Parque Icnológico de Penha Garcia, lugar de relevancia que forma parte del Geoparque Naturtejo de la Meseta Meridional, integrado desde 2006 en la Red Mundial de Geoparques de la UNESCO. Éste fue el primer geoparque declarado en Portugal y está compuesto de un total de 16 geomonumentos repartidos por la zona de la Beira Baixa. El Parque Icnológico de Penha Garcia es uno de los más importantes y se puede visitar de forma gratuita a través de un itinerario a pie de fácil acceso, conocido como la "Ruta de los Fósiles". En sólo tres kilómetros de recorrido se concentran las muestras más representativas de la historia geológica de la Tierra, un paseo sorprendente por estas tierras olvidadas del interior de Portugal.
Para llevar a cabo esta ruta hay que desplazarse al mismo pueblo de Penha Garcia y acceder en coche hasta la Avenida 25 de Abril. Se puede aparcar sin problema en un espacioso mirador y parque infantil que hay junto a un tanque de guerra. He aquí la primera singularidad, un ejemplar de Patton americano que al parecer participó en la Revolución de los Claveles de 1974 y ha quedado para la posteridad como parte del Memorial a la Guerra de Ultramar. Este es el punto de inicio y finalización de la ruta.
Se trata de un recorrido de corta distancia que se puede realizar tranquilamente en sólo medio día, de hecho nosotros hemos llegado por la tarde después de visitar otras aldeas históricas muy próximas, en concreto Idanha-a-Velha y Monsanto (de las que ya hablaré largo y tendido). Las indicaciones del PR 3 Rota dos Fósseis están muy presentes por las calles y nos van guiando por los rincones más representativos del pueblo.
A muy pocos pasos del inicio nos encontramos con la pequeña Capilla del Espíritu Santo.
Justo al lado está la oficina de turismo, a la que recomiendo entrar para ver la exposición del padre Joâo Pires Campos, un importante coleccionista que donó todas sus obras al pueblo. Y aparte debes escuchar las detalladas explicaciones de la ruta que te va a dar la encantadora señora que trabaja allí. Este paso es crucial para saber de antemano dónde están los mejores fósiles, ya que la mayoría no están señalizados.
Lo mejor de esta ruta es la combinación de naturaleza con patrimonio cultural. Y es que la primera parte transcurre dentro del casco urbano de Pehna Garcia, adentrándonos por sinuosas callejuelas que conservan su trazado original.
Las vecinas y vecinos de la aldea parecen darnos la bienvenida desde sus retratos colgados en las paredes, una costumbre insólita que ya nos sorprendió en nuestro viaje a la localidad de Mogarraz. Aquí no hay tantas fotos como en aquel pueblo de la provincia de Salamanca, pero igualmente me parece una forma muy original e ilustrativa de mostrarnos a las personas que viven (o han vivido) en estas aldeas perdidas.
Aquí vive una de esas "locas" amantes de los gatos...
El pueblo cuenta con todos los elementos arquitectónicos propios de esta antigua zona fronteriza, al igual que el resto de Aldeas Históricas de Portugal. Es incomprensible que Penha Garcia no forme parte de esa red de pueblos turísticos que ha sido creada de forma reciente para poner en valor el patrimonio histórico que atesoran. Pero así es, no están todos lo que son y, bajo mi punto de vista, sería un error pasar por alto esta localidad sólo por no estar incluida en una absurda lista. Penha Garcia posee una identidad propia gracias a su arquitectura tradicional, siendo un buen ejemplo la plaza con casas de piedra en cuyo centro se sitúa el antiguo Pelourinho o picota. Esta columna es todo un símbolo de la justicia social impartida en la Edad Media.
Otro rincón encantador es la fuente de piedra junto al horno de leña comunitario que, a día de hoy, sigue en funcionamiento para hacer pan. Un legado de las antiguas tradiciones que aún perduran en la aldea.
Seguimos avanzando por la parte más alta del pueblo hasta llegar a la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, un templo encalado original del siglo XIII y reconstruido a mediados del siglo XX.
El pueblo está coronado por los restos de un castillo templario, levantado sobre una roca en el siglo XIV. A través de unas escalinatas de piedra accedemos a su torre reconstruida y parte de sus murallas, el punto más elevado de la ruta, que da cuenta de su magnífica posición defensiva sobre el valle del río Ponsul.
Desde aquí hay panorámicas de vértigo hacia el cañón que se precipita a nuestros pies, donde todo el protagonismo recae en las espectaculares paredes rocosas formadas hace millones de años. Una postal muy curiosa con el embalse de Penha Garcia al fondo. Y abajo del todo se aprecian desperdigados viejos molinos de agua y la playa fluvial del pueblo, por la que pasaremos después.
Hacia el otro lado la vista es completamente diferente, una suave ladera por la que desciende el conjunto de casas hasta fundirse con la llana y calurosa dehesa de Portugal. No muy lejos, en el horizonte, sobresale la silueta del montículo en el que se asienta la aldea histórica de Monsanto.
A partir de aquí el sendero se precipita hacia las gargantas fluviales erosionadas a lo largo del tiempo por el río Ponsul.
La historia geológica de Penha Garcia se remonta al periodo más remoto de la Tierra, cuando un océano poco profundo y lleno de vida bañaba la región en el margen del supercontinente Gondwana. Los fondos marinos se fueron levantando y dieron lugar a las capas verticales que hoy se aprecian durante la ruta. En estas paredes se han conservado a la perfección restos de animales fosilizados de la era paleozoica.
La visión de los primeros restos de fósiles no se hace esperar. Expuestos en grandes trozos de roca se ven con total claridad los llamados icnofósiles, que no son otra cosa que las marcas de la actividad biológica que quedó estampada para siempre en la piedra. En concreto estos icnofósiles se denominan "cruzianas", que son los movimientos realizados por una especie de trilobites que reptaban por el fondo marino. A simple vista parece como si fueran serpientes de gran tamaño labradas por la mano humana.
Y entre medias de los vestigios fósiles nos vamos encontrando antiguos molinos de agua que forman parte del valioso patrimonio etnográfico de Penha Garcia. La mayoría han sido restaurados con paciencia y recursos particulares de algunos vecinos, gracias a los que estas antiguallas han recobrado su utilidad después de tanto tiempo.
El camino nos sumerge en un entorno rural muy auténtico, con canales y puentes sobre las tranquilas aguas del río.
Casi llegando a la piscina natural nos encontramos con una gran roca en vertical, que es una de las piezas claves de la ruta icnológica.
La Fonte do Pego es uno de los rincones con mayor encanto de la ruta. Se trata de una amplia piscina natural muy bien acondicionada, cuyas aguas gélidas suponen un regalo caído del cielo en días tan calurosos como éste. No deja de sorprenderme que un lugar de acceso libre, gratuito y tan próximo a un pueblo esté en semejante estado de limpieza. ¡Qué delicia!
La playa fluvial se encuentra justo en la mitad del recorrido, así que tras el refrescante chapuzón el paseo continúa. Dejamos atrás este paisaje único para adentrarnos ahora en un bucólico sendero con abundante vegetación de ribera.
Entre la arboleda surgen más molinos de agua restaurados que hacen que paremos cada dos por tres para recrearnos sin prisa.
El bosque da paso a unas agradables huertas familiares por las que continúa el sendero hasta llegar de nuevo al centro del pueblo.
Me marcho con la sensación de haber visto uno de esos lugares únicos en el mundo, punto de referencia para los amantes de la geología y paleontología, y de la historia en general. Paisajes de otros tiempos al alcance de tod@s.
¡Hasta la próxima rutilla!
Más información técnica de la ruta y descarga del mapa aquí.













































Comentarios
Publicar un comentario