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Las Ermitas de Tella, el pueblo de las brujas en el Pirineo Aragonés.

Tella es un pequeño y aislado municipio de Huesca, perteneciente a la Comarca del Sobrarbe, que es conocido por ser el "pueblo de las brujas". El misterio que envuelve a esta localidad viene de siglos atrás, de una época en la que sus habitantes vivían prácticamente incomunicados en la montaña y no conocían más realidad que las convicciones heredadas que los llevaban a creer toda clase de supersticiones y mitos, como las historias de gigantes, hombres lobo y brujas. 

Aunque la brujería fue un fenómeno muy extendido en los Pirineos desde el siglo XI hasta principios del siglo XX inclusive, fue en Tella y en otros pueblos cercanos donde tuvo una mayor relevancia. En concreto, en los siglos XV y XVI se documentaron contagios por posesión demoníaca en mujeres de la zona, llegando a ser considerados como una epidemia colectiva por el elevado número de casos. Se las denominaba mujeres "latrantes", porque al parecer se las escuchaba ladrar como si fueran perros, además se reunían para realizar conjuros, invocar al demonio y entrar de noche en las casas para hacer el mal. Es un fenómeno muy interesante aunque la realidad seguramente fuese otra, tal vez sólo eran personas que seguían practicando los rituales paganos propios de aquellas regiones tan apartadas del mundo cristiano. Cultos ancestrales que consistían en mantener una estrecha relación con el medio natural, así se conseguía un amplio conocimiento de las propiedades medicinales de las plantas y se aprovechaban los recursos de la zona. Pero ya se sabe que cualquier forma de empoderamiento personal ha chocado siempre de manera frontal con los obsoletos dogmas de la fe cristiana, impuestos a la fuerza por unos líderes que temían perder su estatus. 

Tal era el miedo y el desconocimiento que existía que en el siglo XI la iglesia mandó construir unas ermitas protectoras en lugares estratégicos alrededor del pueblo, con el objetivo de defender a sus habitantes de los supuestos embrujos. Estos pequeños templos se han mantenido hasta nuestros días y forman parte de un recorrido singular, la Ruta de las Ermitas, uno de los rincones más curiosos del Pirineo Aragonés. 

 

El desvío para Tella está indicado a la altura de Hospital de Tella, en la carretera A-138 que va desde Aínsa a Bielsa. A partir de aquí hay que transitar con paciencia por una carretera ascendente llena de curvas muy cerradas.

Un emplazamiento tan particular, a más de 1300 metros sobre el nivel del mar y profundos valles alrededor, ha permitido a esta población mantenerse anclada en el tiempo y ofrecer una atmósfera de lo más especial. 

Aún resuena por la región un viejo refrán que dice "Tella, dios nos libre de ella", a lo que las brujas solían responder "Ojalá tengas tan lejos los huesos de la carne como estés de ella". Se dice que las brujas podían adoptar formas de animales, en concreto de gatos negros, estos pobres no se librarán nunca del sambenito. En una ocasión un gato negro intentó colarse en una de las casas y la familia que había dentro se defendió hiriendo al gato en una pata, al día siguiente una de las ancianas del pueblo apareció de repente cojeando. 

Pasear por esta aldea es adentrarse en un mundo mágico que se ha forjado a lo largo del tiempo y que aún sigue presente en cada rincón. No sé si será fruto de la sugestión o de alguna corriente energética pero el caso es que nada más llegar se percibe una extraña sensación en el ambiente acompañada de un silencio sepulcral, ¿andará cerca alguna bruja?  


Apenas son una veintena de casas que se distribuyen a lo largo de una única calle, esto hace que el pueblo se pueda visitar rápido, aunque yo recomiendo ir sin prisa y parar ante cada detalle que nos llame la atención. De las puertas y ventanas aún cuelgan amuletos protectores para espantar a las brujas, y curiosas son también las chimeneas cilíndricas típicas de la arquitectura del Sobrarbe.  

Las casas están orientadas para resguardarse de los gélidos vientos del norte y presentan una apariencia muy cuidada. Los actuales propietarios son conscientes del interés que despierta el pueblo y lo muestran orgullosos, sabiendo sacar partido de la afluencia turística y preservando a la vez su esencia original. 



En la Edad Media cualquier mujer con algún comportamiento "extraño" era susceptible de ser acusada de poseer la influencia del maligno y sufrir el rechazo de la sociedad para terminar ardiendo en la hoguera. Tampoco había forma de demostrar lo contrario y el empoderamiento femenino aún quedaba lejos, por tanto era la opinión popular la que decidía el destino de aquellas pobres infelices. Años después las brujas se convirtieron en los personajes malvados de los cuentos infantiles en todo el mundo, pero en Tella esta figura arquetípica ha llegado a ser algo más que una simple leyenda y hoy es toda una institución que forma parte de su patrimonio histórico y cultural. Tal es su influencia que en el pueblo se puede visitar la Casa de La Bruja, un museo que da a conocer objetos y costumbres relacionadas con la brujería así como el uso de plantas para la preparación de pócimas, algo sorprendente. 

Por encima de las casas destaca la Iglesia Parroquial de San Martín del siglo XVI, tan sobria y robusta como todas las construcciones de este tipo en el pirineo oscense. Frente a la iglesia está la Casa del Molino de Tella que es un centro de información turística donde se puede contratar una visita guiada para la Cueva del Oso Cavernario, situada en las cercanías del pueblo. Se trata del yacimiento más alto de la península ibérica y en su interior se han hallado numerosos restos de osos cavernarios, los antepasados del actual oso pardo.

La Ruta de las Tres Ermitas empieza justo detrás de la iglesia junto a un panel informativo y transcurre por las inmediaciones del pueblo. Es un recorrido muy sencillo de tan sólo 2,5 km que se puede completar en poco más de una hora. ¿Quién se resiste a conocer los oscuros secretos que encierran las ermitas de Tella?



El sendero va por encima del conjunto de casas y, tras una leve pendiente, nos introduce en un espeso y silencioso bosque de robles, boj y pinos.  



Entre las ramas se abre una bonita estampa de las cumbres del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.  

En seguida alcanzamos la primera y más fotogénica de las ermitas, situada junto a una llamativa formación rocosa que se conoce como el "Puntón de las Brujas" o Peña de San Juan. Aquí es donde se reunían las brujas para celebrar sus famosos aquelarres, que no serían otra cosa que antiguas ceremonias de adoración y conexión con la naturaleza que sencillamente fueron malinterpretadas. Se mire por donde se mire este saliente de roca sobre el vacío impone cierto respeto y, junto a la pequeña construcción religiosa, conforman uno de los enclaves más icónicos del Alto Aragón. 

La ermita de San Pablo y San Juan data de hace mil años y está considerada como la más antigua de toda la comarca. Para mi sorpresa las tres ermitas permanecen abiertas y se pueden visitar de forma libre y gratuita, hoy además tenemos la suerte de disfrutarlas en soledad. 

Abrimos despacio el cerrojo y nos adentramos con sigilo en un templo de pequeñas dimensiones, en un lateral se asienta un escueto altar con varias imágenes de vírgenes y abajo se puede acceder a través de unas escaleras a una antigua cripta. Un lugar tan insólito que resulta abrumador por toda la historia que lleva asociada. 


Abandonamos la ermita sobrecogidos por un misticismo palpable y continuamos el sendero circular mirando una vez más hacia atrás para contemplar la ermita bajo el peñón, con el macizo de Monte Perdido de fondo.  

En frente se distingue el Cañón de Añisclo, uno de los puntos de interés de la cordillera pirenaica que merece otra visita. 

La siguiente parada es la ermita Virgen de la Peña cuyo origen se remonta al siglo XIII, al estar más en alto goza de unas fabulosas vistas en todos los ángulos. 


Dentro sólo hay un pequeño altar de piedra con una imagen de la Virgen de la Peña, envuelta por la austeridad y la calma más absolutas. 

Junto a esta ermita hay un mirador desde el que se se aprecia bien el entorno natural del Valle del Cinca. 


Al otro lado tenemos una imagen muy pintoresca de Tella entre las montañas.

Desde la ermita de la Virgen de la Peña se observa la ermita de Fajanillas al fondo, ambas sufrieron graves daños durante la guerra civil y fueron restauradas en 1995. 

La última ermita es la de Fajanillas del siglo XVI, una construcción más reciente que las anteriores que destaca por ser la única que tiene una torre con campanario. 


En su interior hay un altar con la imagen de la Virgen de Fajanillas adornada con flores y velas sobre unas paredes encaladas.

Las tres ermitas forman un anillo protector que en su época servía tanto para alejar a las brujas como a las devastadoras tormentas, y yo no sé qué daría más miedo entonces. Hoy en día estos templos son considerados como joyas del arte románico y sólo por eso merece la pena venir hasta aquí. Dejamos atrás las ermitas y en pocos minutos regresamos al pueblo siguiendo un camino adoquinado.


Pero la historia de Tella se remonta mucho tiempo atrás, el descubrimiento de varios dólmenes cerca del pueblo confirma la existencia de asentamientos humanos desde la prehistoria. A poco más de un kilómetro del pueblo se puede realizar la Ruta de los Dólmenes y visitar el Dolmen de Tella o Dolmen de Losa la Campa, un monumento funerario megalítico que data del cuarto milenio a. C. Otro de los lugares de culto que usaban las brujas en sus perversas reuniones. 


El Pirineo Aragonés es un territorio con muchos rincones destacables, Tella es uno de ellos y aunque no hayamos visto ni rastro de las brujas estamos encantados con este paseo tan particular.

¡Hasta la próxima rutilla!



Información técnica de la ruta y descarga del mapa aquí. 






 

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